lunes, 27 de septiembre de 2010

Praha, Prague, Praga, Prag





Praga es la ciudad de las cien torres, la madre de todas las ciudades o la Zlaté město (ciudad dorada). Rebosa de belleza por cada esquina, con cientos de sitios que visitar y con una atmósfera, como indica esta región de la República Checa, llena de Bohemia.


Pero Praga es también una ciudad absorbida por el turismo, invadida por ejércitos armados con cámaras y mapas siguiendo al pie de la letra la ruta que marca la correspondiente Lonely Planet.

Turistas al acecho de una buena foto frente al reloj astronómico
  

Praga es también una de las ciudades Erasmus por excelencia, con muchas fiestas para estudiantes, estudiantes y españoles, muchos españoles. No es que me queje de ello, pero para muchos este año es más una Séneca en Praga que una Erasmus en la República Checa. 

He intentado huir de todo ésto un poco y por eso no me he ido a una residencia como el 90% de la gente, no está mal, comparto piso con mi novia de Estados Unidos, un irlandés,un alemán, otra americana, un checo y su novia, un mexicano que viene de camino y en las casi tres semanas que llevo, además ya he visto pasar por aquí a una inglesa y dos francesas. Como veréis, un ambiente bastante internacional, que era lo que buscaba desde el principio.

Soy un erasmus atípico, como me dijo mi tutor para el proyecto de fin de carrera en Liberec,donde está mi universidad, a una hora de Praga, porque en Liberec no tengo residencia y en Praga no tengo universidad. 
Aunque oficialmente soy estudiante en Libere, preferí vivir en Praga, por ser una ciudad con más oportunidades de trabajo, con más cosas que hacer y porque mi novia consiguió rápidamente un trabajo como profesora.

Esto tiene sus ventajas y sus desventajas, la principal es que estoy un poco "por libre", ya que aquí en Praga no tengo ni clases, ni el típico grupo Erasmus. Pero bueno, esto no es ningún problema, me he dejado caer por varias universidades en Praga, colado en alguna que otra clase y me he hecho miembro de algunos clubes, que ayuda mucho para ir conociendo gente. Otra desventaja es que tarde más de 2 horas en llegar a la universidad en Liberec, pero bueno, en principio no creo que tenga que ir más de 2 o 3 veces al mes.

En la Technical University de Praga
De los primeros días recuerdo el shock cultural, acostumbrado a viajar a países en los que por lo menos me podía medio-comunicar en inglés, de repente te encuentras enfrente de un mostrador en una tienda hablando con el dependiente mediante gestos y dibujando en un papel lo que quieres, como era mi caso pidiendo una alargadera, con un sentimiento de demasiada frustración, pero tras el segundo intento, todo se convirtie en éxito personal, diciendo: ¡coño!, al final me ha entendido.

A excepción de los estudiantes - y tampoco todos - , la gente no suele hablar inglés, si hablan otro idioma es alemán o ruso, por lo que cada hecho cotidiano como comprar en la tienda de la esquina pasa a ser toda una aventura, intentando averiguar de qué está hecho esa especie de paté ahumado o qué son esa especie de lazos de queso frito.
Al final, todo se puede entender (¿pulse para cruzar?)
En la República Checa todavía queda la herencia comunista, terminada con la Revolución de Terciopelo en 1989, en forma de por ejemplo, burocracia que a veces es una total locura o trabajadores públicos, digamos, no muy contentos con su trabajo. 

Stalin nos hizo compañía en un restaurante
 En este grupo se encuentra lo que se llama el "Malafollá Checo", superando incluso al malafollá granaíno. Su habitat natural suele ser sentado detrás de un mostrador, normalemente vendiendo tickets y cuya misión es hacer todo lo posible para que no cumplas tu objetivo, como el de comprar un billete de metro.

Hábitat natural de un "malafollá checo", aunque el de la foto era la mar de amable.

El primer encuentro con él, en este caso ella,  lo tuve comprando un pase mensual para el metro, que por cierto es una maravilla. Ya me había aprendido como pedirlo en checo, algo así como "měsíční jízdenky, prosim". Me acerco a la ventanilla, y a la vez que pido el billete, le enseño mi carné de estudiante para tener el descuento, y yo tan contento porque la cajera me había entendido. Pero a esto que coge el carné, lo mira y empieza a gritarme en checo y decirme que me vaya, como si mi carné no fuera válido,  y yo con la cara de tonto haciéndole ver que sí, que sí, que en el carné pone estudiante. Me marcho con la cabeza gacha y vuelvo al día siguiente con otro carné pero con la misma cajera, ya en cuanto me vio creo que me reconoció y empezó a hacerme aspavientos y decirme algo en checo con una de estas voces que retumban por las paredes, así que nada, parecía que era imposible conseguir un pase para estudiantes.

Ya volví por tercer día, esperando a que hubiera otra cajera, cuando la vi, ésta parecía más amable, volví a decirle mi frase  "měsíční jízdenky, prosim" y empezó a soltarme un discurso en checo, cuando acaba le digo: no me enterado de una mierda, bueno, en su versión amable: "Nemluvím česky", a esto me suelta el mismo discurso en inglés, ¡milagro,por fin entiendo algo! Eso sí, me dijo que con mi carné español nanai, que tenía que ser checo. Así que todavía sigo en mi aventura de conseguir el pase para estudiantes.

La República Checa también tiene sus cosas buenas, ofrece  diversos atractivos de los que ya iré hablando: una relación pringue/precio más que atractiva y algunas cervezas más baratas que el agua, que aquí las pivos son como una religión.

La cerveza que te pone bueno


Despues de tanta cerveza, (una jarra de medio litro suele costar como 30 coronas , 1.20 € ), toca vaciar la vejiga y encontrarse un servicio como éste:

No logré mear agusto, oye..

En general, os puedo decir que Praga es bonita, increíble. De las ciudades que se disfrutan más paseando por ella sin ningún rumbo, de las que cada día, ofrece algo nuevo que ver.




domingo, 19 de septiembre de 2010

El comienzo en Praga (con alguna parada técnica)

Pues sí, después de algunos meses desde que solicité la beca Erasmus allá por Diciembre, papeleos varios y ese pensamiento de que este momento no llegaba nunca, sí, por fin estoy en Praga.

Todo esto empezó con un billete Granada - Praga , eso sí, con una gran letra pequeña, una pequeña parada de 12 horas en Barcelona de 11 de la noche a 11 de la mañana. El vuelo de Granada a Barcelona era de solo una hora , y de Barcelona a Praga dos, pero mientras tanto había una pequeña parada técnica que me hizo volver a recordad las largas que son las noches.


Dejando Barcelona

 Esto de dormir a la intemperie nunca ha sido nunca un gran problema, no es la primera vez que duermo en algún aeropuerto o por extraños motivos en un antiguo abrevadero de caballos, y eso si, son experiencias más que curiosas.

Conseguir dormir en algún sitio del aeropuerto medianamente cómodo requiere de un ritual, porque los de AENA se empeñan en poner reposabrazos en los asientos acolchados de forma que no te puedas tumbar, aunque ya he visto a varios personajes durmiendo justo en el borde de los asientos esquivando los temidos reposabrazos, aunque no sé si muy comodamente, la verdad.

Golfo de Giens en la costa francesa

Todo comienza inspeccionando el terreno, a veces las terminales ofrecen sitios ocultos ajenos a los ojos de los turistas somnolientos que pueden hacerte pasar una noche llevadera, en mi caso localicé una esquina detrás de una columna que estaba más o menos oscura en la terminal de salidas, no sé por qué,pero casi siempre en la terminal de llegadas todo está bastante más "pelao", así que ya sabeis, en caso de necesidad la zona de salidas.

Antes de irme a dormir decidir apuntarme al grupo de los "esta noche no pego ni ojo", o la gente que simplemente espera sentada a que amanezca, con este grupo aguanté como 20 minutos, después de comprobar que no hay manera de descansar en una asiento y que la familia de 13 tailandeses de al lado no pararan de cotorrear entre ellos. Así que dije:  pa' la esquina.

Una vez en el sitio elegido para dormir, hay que comenzar el despliegue o la forma de crear una cama provisional. En ese momento, a mi alrededor ya había como 6 o 7 personas durmiendo y lo mejor era copiar sus tácticas para pernoctar. En mi caso puse el abrigo para el invierno de Praga a modo de colchón y la mochila como almohada, me tumbé un rato, y joder, dormí 3 horas del tirón, hasta que me entraron unos escalofríos de la muerte y tuve que volver a levantarme para ponerme otro jersey encima, que el fresquito que entraba por la puerta ya era más bien demasiado frescoño.

Algo había que improvisar...

Ahí me di cuenta que la gente que estábamos durmiendo nos dividíamos en dos grupos:  los pringaillos como yo, que dormíamos como podíamos, y los profesionales de dormir en aeropuertos, que venían preparados con sacos de dormir, almohadas, tapones para los oídos, máscaras para los ojos y bebidas. En ese momento es cuando llega el arrepentimiento: Un manta no hubiera ocupado mucho espacio en la maleta, ¿verdad?
Al final conseguí volver a dormir hasta que llegaron los de seguridad por la mañana para levantarnos muy amablemente por la mañana para decirnos: venga cabrones, ya va siendo hora de despertarse.

La verdad que me sorprendió mucho que medio pudiera dormir, aunque eso sí, ayudó que la noche anterior no pegara ojo estudiando para un examen.

Tras todo esto, unas cuantas horas de espera y un par de horas de avión de Barcelona a Praga, un día lluvioso por fin me recibió en Praga, y después de algunos minutos en taxi desde el aeropuerto , ¡Por fin en mi destino! El piso en la calle Bělohorská en el que estaré algún tiempo.


 Bělohorská y las vías del tranvía
Esta es una panorámica de mi calle, bastante checa la verdad, porque todavía no he encontrado a nadie que hable inglés en ella.

Lo que se ve desde mi ventana, con la suerte de tener el tranvía en la puerta pasando cada 5 minutos


Todo esto ha sido mi llegada y muy pronto seguiré escribiendo, que Praga es una ciudad increíble con muchas cosas que contar.
Continuará...  Que sí, que sí, ¡que muy pronto vuelvo!.